Nadie sin futuro Mariano Cabrero B�rcena - 11.10.2008 18:45
Mariano Cabrero:Pienso, muchas veces, que es provechoso re�rse de un mismo e, incluso, de nuestra propia sombra: de esta manera descubro lo poco que s�, y lo mucho que me queda por aprender. Lo ideal ser�a que estuviese nadie sin futuro.  Ese mundotan desconocido llamado "Cerebro"  Fotograf�a del autor �Saber envejecer constituye la obra maestra de la sabidur�a y es una de las partes m�s dif�cil del arte de la vida.� Henri F.Amiel , Journal �ntime, II, 181. Nunca he tenido la vocaci�n para ser m�dico, pero, si lo hubiera sido, habr�a practicado �el arte de curar� con todas sus consecuencias (curando el cuerpo, sin duda, se cura muchas veces el alma, nuestra alma que navega negra por el mundo actual que nos ha tocado vivir: muchas hambres y muchas guerras). Es decir, trabajar�a en la medicina p�blica a cal y canto, olvid�ndome para siempre de la medicina privada�no tengo nada contra ella-, pero entiendo que �sta resta el suficiente tiempo�tan necesario para atender a tantos enfermos�en lista de espera�, de la Seguridad Social espa�ola. Entiendo perfectamente la monoton�a imperante en el trabajo de cualquier galeno de turno. Si realmente en una ma�ana�pongamos por caso-, tienen que ver a treinta o treinta y cinco pacientes, y al siguiente d�a ocurre otro tanto de lo mismo, ineludiblemente, ninguno de los aquejados de dolencias�m�s o menos importantes�, podr�n ser diagnosticados adecuadamente .Y es que cuando nos convertimos en instrumentos desafinados, es decir, cuando nuestra salud ps�quica y f�sica empieza a hacer agua por todos los lados, y en este momento, es cuando necesitamos un doctor, que practique la medicina y que, al mismo tiempo ,sea nuestro amigo cuando la enfermedad mine nuestro cuerpo y nuestra alma. Si yo fuera m�dico, y lo digo con toda mi alma, trabajar�a para curar a mis enfermos. Me relacionar�a a nivel personal�con hombres y mujeres�que necesitan ser escuchados, contar sus historias y cuitas para desahogarse los malos pensamientos que albergan sus almas. Hablarles como lo hago con mis amigos, y darles tiempo para que me cuenten los que les pasa o lo que no les pasa: me da lo mismo. Uno entiende que las palabras curan tanto como las aspirinas, e, incluso, m�s a�n...Por tanto, entendemos todos que la medicina�su pr�ctica�, debe dejar de ser un negocio para convertirse en un servicio p�blico. Hemos de evitar que se desarrolle una pir�mide interminable que expulse por su parte superior puntiaguda �humos con miedos�, pues, a la corta o a la larga, los miedos colectivos tienden a desarrollar y desencadenar una reacci�n en cadena con resultados conflictivos e imprevisibles. As� de f�cil. De la misma manera que violencia engendra violencia, ocurre lo mismo con el miedo que engendra miedo. ��Hoy tengo un mal d�a! �Todo lo veo negro! �Me duele el coraz�n!�, solemos decir, como si dicha v�scera muscular fuera capaz de detectar dolores. Dentro de estas afirmaciones y otras similares llevamos inserto un mundo de miedos (fobias, muchas veces): miedo al amor, al infarto de miocardio, al c�ncer, al Sidas (S�ndrome de Inmune-Deficiencia Adquirida), miedo a perder la cabeza, miedo al sufrimiento, miedo al dolor...: tantos miedos juntos crean barreras, barreras en nuestro intelecto. Todos estos temores que nos amenazan�en los proleg�menos del siglo XXI�al mismo tiempo, nos conducen inevitablemente al gran miedo que todos llevamos dentro: nuestro miedo a la muerte. La sociedad que nos ha tocado vivir tampoco nos ayuda precisamente a superar estas barreras del intelecto. Pensamos y actuamos, como seres humanos que somos. Y es que la panor�mica mundial es problem�tica: guerras fratricidas, violaci�n de mujeres�con resultado final de muerte� y sus derechos, malos tratos ps�quicos y f�sicos a menores, detenci�n ilegal de menores...que desaparecen para siempre, etc�tera, etc�tera.Bajo este contexto, es l�gico que nuestro estado de �nimo se deprima, am�n de que nuestra cotidiana vida est� llena de preocupaciones, desasosiegos e inquietudes que degeneran en un estado de ansiedad y, que al final, concluyen en la tan temida depresi�n: el mal ps�quico de nuestro siglo XXI. Nuestra actual sociedad se ha olvidado de nuestros ni�os y ancianos, ignorando que los �ltimos han sido ya los primeros y, si Dios quiere, los primeros ser�n los �ltimos. Y es que nuestras universidades utilizan medios educativos trasnochados, que imparten conocimientos pero se olvidan de forman personas- j�venes-, que son los verdaderos motores para construir un mundo mejor que el nuestros. La historia as� nos lo ense�a, y Rub�n Dar�o tambi�n en su maravillosa Canci�n de primavera: "�Juventud, divino tesoro, ya te vas para no volver! (...)". Estamos en un mundo presos del miedo y la no comunicaci�n. Nos hace falta llorar, nos hace falta re�r, nos hace falta comunicarnos...Nuestras penas y nuestras alegr�as, pero comunicarnos. Por esto, sin duda, nos pasamos la vida "Mendigando humanidad". Hagamos que nuestros semejantes sean hermanos nuestros. Pues si un doctor en Medicina nos proporciona el bienestar del cuerpo, el equilibrio emocional, y, al mismo tiempo, nos mitiga la violencia de algunas enfermedades�en la medida de sus fuerzas�, el dolor que acude r�pido a nuestra alma ser� siempre m�s llevadero. Nosotros�los mortales�que somos meros pasajeros en tr�nsito, buscaremos siempre aquello que nos une con nuestros semejantes: el mismo origen, el mismo h�bitat, el mismo destino...; y olvidaremos lo que nos diferencia: religi�n, xenofobia, racismo, idiomas diferentes, pobreza... Sin presente y sin futuro, necesariamente, la vida en la vejez tiende a refugiarse en el pasado: �Qu� tristes perspectivas de vida se avecinan para las personas mayores! Pienso, muchas veces, que es provechoso re�rse de un mismo e, incluso, de nuestra propia sombra: de esta manera descubro lo poco que s�, y lo mucho que me queda por aprender. Lo ideal ser�a que estuviese nadie sin futuro. La sociedad que nos ha tocado vivir ( � esa maravillosa democracia espa�ola, qu� nos habla del estado de bienestar para todos, qu� nos habla de la igualdad de oportunidades, qu� nos habla de viviendas asequibles para nuestra juventud�?) ha �roto aguas�, y ha relegado a las personas longevas, �nica y exclusivamente, para que emitan su voto cada cuatro a�os�: a lo sumo ha construido pocas residencias�jaulas de soledad�donde podemos ir a morir, y, desde luego, ser olvidados por propios y extra�os. Eso s�, para morir con tranquilidad, llevando sobre nuestras espaldas sacos pesados con tierras cargadas de olvidos, penas y sinsabores. La Coru�a, 11 de octubre de 2008 �Mariano Cabrero B�rcena es escritor E-Mail: pedrocruel2005@yahoo.es |