Agencias del corazón Mariano Cabrero Bárcena - 01.04.2009 18:30
Mariano Cabrero :Parece mentira que, en los tiempos actuales, con tanta información que observamos aparentemente entre los seres vivientes, sean necesarias las agencias matrimoniales o agencias del corazón dedicadas a poner en contacto corazones de mujeres. Se conocieron en una agencia del corazón... El autor Esta última relación ha sido y es siempre personal e intransferible. No obstante, interponemos muchas veces nuestros propios individualismos, egoísmos... en función de lo que otros nos puedan resolver. Comenzando el siglo XXI la mujer y, pisando fuerte, va poco a poco consiguiendo su ya merecido puesto en el plano socio-laboral, que –en igualdad de derechos y también de obligaciones– le facilita una comunicación liberalizada respecto al hombre. Es bueno comprobar como un hombre y una mujer se pueden tomar un güisqui juntos, conversando tendidamente de sus mismos proyectos y aspiraciones laborables. No obstante, encuentran un riesgo que va a definir la amistad entre hombre y mujer: el impulso sexual que es inevitable que surja entre ambos. Existe una frontera –casi imperceptible– entre la amistad profunda y para siempre, y el amor propiamente dicho: la presencia o no de la atracción sexual, la cual inclinará la balanza de la verdad hacia uno u otro lado. Parece mentira que, en los tiempos actuales, con tanta información que observamos aparentemente entre los seres vivientes, sean necesarias las agencias matrimoniales o agencias del corazón dedicadas a poner en contacto corazones de mujeres. Esta última relación ha sido y es siempre personal e intransferible. No obstante, interponemos muchas veces nuestros propios individualismos, egoísmos... en función de lo que otros nos puedan resolver. Entristece comprobar que las prisas, el estrés, el exceso de trabajo –para unos y otros–, las comodidades... nos mediaticen de tal manera nuestros corazones que nos hacen olvidar que poseemos “corazones vivos” para amar, desear, que se convertirán en corazones muertos de nuestra propia soledad, si no los usamos de forma racional, humana. Dice un proverbio chino: “Sólo se consume el que no ama, pero quien ama da hasta los huesos a los demás". Debemos buscar “nuestra chica de los ojos verdes”, nuestra futura esposa, pareja sentimental... con quien recorrer el corto o largo camino de nuestra mortal vida, buscando felicidad... Empleos el arte de comunicar, conversar, etc., que parece haber sido olvidado últimamente de la faz de la tierra. El problema reside en nosotros mismos, pues pensamos que el dinero, el poder y los distintos placeres –que la propia vida nos pone al alcance de la mano–, serán los que nos libren de preocupaciones: nada más lejos. Uno piensa que el amor ni se compra ni se vende: se siente. Si no es así, no es verdadero amor. Quizá uno, tu, todos... seamos nuestros peores enemigos y estamos fomentando la posesión de corazones muertos (por corazones vacantes), los cuales nunca jamás darán la felicidad a nuestros semejantes. Amad y seréis amados: he aquí una sencilla formula a tener en cuenta, para emplearla cuanto antes mejor. Todo un proyecto de vida perfectamente viable y hermosa. Hagamos revivir esa capacidad de amar que todos llevamos dentro, puesto que amar es capacidad de ilusión hacia una persona, de entrega mutua, de compartir penas y alegrías que la vida nos tiene preparadas. Amor, trabajo, cultura: tres premisas compatibles y maravillosas, que dan sentido a una vida–corta o larga–, quizá con un probable nacimiento de un pequeñuelo... De alguna manera, si he de ser sincero, la soledad no es buena para nadie. Cuando Dios creó al hombre, dijo: "No es bueno que el hombre esté solo, le haré ayuda idónea para él" (Génesis 2:18). Y esto es así. No ha mucho tiempo comentábamos entre amigos que, un día, los hijos tendrían que marcharse de nuestros respectivos hogares, pero cuándo...Y se marcharon. Se fueron llenos de felicidad, y esto es ya bastante. Mi mujer y yo, nos cruzamos la pasada noche las miradas y, en nuestro silencio, vimos dos habitaciones vacías. Es ley de vida. Nuestros hijos volaron sobre el océano Atlántico, buscando paz y tranquilidad. Este viaje de novios nunca jamás le olvidarán, es irrepetible. Nosotros viajamos hace ya muchos años, pero por tren. El avión costaba muchos dineros. ¡Maravilloso tren!, pues, cuando el convoy pasaba el túnel de turno, aprovechábamos para besarnos. Esos besos fueron inolvidables. Ver sin ser vistos, técnica empleada por los recién casados allá por los años sesenta y... Qué quieren que les diga: volvería a repetir aquel periplo inimaginable. En el recorrido de nuestras vidas, y si tenemos oportunidad para ello, debemos pasar “del rosa al amarillo, esto es, de la vitalidad y pasión amorosa juvenil a un “status” de personas maduras: vida afectiva, segunda actividad, fomento de la cultura... ¡Ah!, se me olvidaba (¿no lo adivináis?)..., y continuar nuestra vida sexual–un tanto limitada, y quien diga lo contrario miente como un cosaco, con perdón para los cosacos–, pero relegada en el tiempo que es inexorable con todos los humanos. Otra vez vuelve a sonar una voz en la lejanía que la escucho muy tenue, casi apagada del todo, que verbaliza: “La mujer capricho es, / por eso vive de él; / y el hombre que de ella vive, / capricho de ella es”. La Coruña, 1 de abril de 2009 Mariano Cabrero Bárcena es escritor Copyrigt E-Mail: pedrocruel2005@yahoo.es |